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¡El miedo en su lugar!

El miedo es la forma en que el organismo reacciona ante algo que registra como un peligro. Nos alerta sobre algo que nos puede hacer daño, ya sea un peligro físico o psicológico. También nos avisa que algo está alterando nuestro equilibrio y nos aumenta las alertas.

La primera se refiere a que, ante el peligro, nuestro cuerpo segrega adrenalina. Se pone en modo de alerta. Aparecen palpitaciones, traspiraciones y aumenta la presiona sanguínea. El cuerpo da la señal. Es el estado comúnmente llamado “pelea o fuga”. El organismo entonces se prepara para confrontar o huir.

Por otro lado, tenemos la respuesta emocional, que es totalmente individual y condicionada por nuestra propia historia.

Tolerancia al miedo

El umbral de tolerancia al miedo varia de una persona a la otra. Algunos lo manejan mejor que otros.El miedo es una emoción primitiva, común a todos los mamíferos. El problema aparece en los humanos dado que nuestro aparato psíquico se adelanta al presente, se anticipa y nos hace imaginar escenarios y desenlaces habitualmente catastróficos. Allí esta emoción puede llegar a ser tramposa y nos puede paralizar. Incluso nos puede enfermar.

El miedo genera ansiedad. Esta, esos “nervios” que se sienten, son todos los esfuerzos que hace el cuerpo para volver al estado de equilibrio anterior, en el que no se sentía amenazado. Dicha ansiedad se calma sola si enfrentamos el miedo. 

Un poco de miedo nos protege: al ponernos en estado de alerta nos permite elegir si confrontar o huir. Pero si tenemos mucho miedo nos paralizamos y, si el miedo es constante, permanente, desgasta los mecanismos químicos regulatorios que nuestro cuerpo segrega para sostener la alerta. Todo lo nuevo, todos los desafíos generan miedo. Hacer con miedo, generalmente, deviene en un éxito.

El miedo en su lugar

En definitiva, es una respuesta natural, un mecanismo ancestral de supervivencia. El miedo genera dos reacciones: una bioquímica y una emocional.

Si lo ponemos en su lugar, el miedo es nuestra mejor herramienta de protección. Hay que tenerlo presente y darle lugar a lo que nos está alertando. Cuando evitamos lo temido aumenta la ansiedad. Cuando aumenta la ansiedad, tenemos más miedo, lo cual, a su vez, aumenta la ansiedad, haciendo un círculo del cual se hace difícil salir.

En cambio, si encaramos el miedo, la ansiedad se reduce. Cuando va pasando el tiempo esa ansiedad va disminuyendo y al no percibir el riesgo, disminuye el estado de alerta y la tensión. El mismo cuerpo la calma.

Por todo esto, creo que tenemos que abrazar nuestros miedos y llevarlos con nosotros. El miedo debe tener su lugar moderado em nuestras vidas.

Pedir ayuda profesional

Ahora, si ves que tus miedos están interrumpiendo tu capacidad de vivir, trabajar y/o amar de un modo placentero, te recomiendo buscar ayuda. No hay necesidad de transitarlo solo. En Estrada Vigil & Medical Group tenemos especialistas que podrán ayudarte. ¡Buscanos!

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