
Hoy quiero hablar de emigrar. El humano, al igual que las aves, tiene un instinto de conservación y, a lo largo de toda la historia de la humanidad, hemos visto cómo los pueblos migraban en busca de mejores condiciones de vida.
Existen modos y motivos distintos por el cual alguien decide emigrar. Desde luego no es lo mismo emigrar a una edad u a otra. Tampoco es lo mismo hacerlo por desesperación o por deseo de crecer. Aquí me detendré a hablar de los efectos que padecen las personas que emigran libremente en la búsqueda de una mejor calidad de vida.
Actualmente es un hecho frecuente en el mundo en que vivimos, especialmente después de la pandemia. Mucha gente, especialmente aquí en la Argentina, ha decidido o está pensando en emigrar con el fin de buscar unas mejores condiciones en su calidad de vida.
DESARRAIGO

No debe obviarse que cuando una persona se aleja de sus raíces familiares, sociales y culturales comienza a experimentar un extrañamiento que afecta a su identidad. Esta pérdida es el desarraigo, que tiene consecuencias. Aparece de modo habitual en las personas que emigran. La ansiedad, la tristeza, las angustias, los miedos, la frustración y la soledad son algunas de las sensaciones vinculadas al desarraigo que. en algunos de los procesos de migración. puede derivar en una depresión.
Yo creo que existe una gran deshumanización al abordar las migraciones. Se presta muy poca atención a las vivencias de los protagonistas de las migraciones .Si bien el migrar se ha vuelto más fácil y es socialmente más aceptado, el estrés asociado al proceso no ha disminuido, por el contrario, las presiones de adaptarse “inmediatamente” son enormes.
El apoyo social juega un rol muy importante para afrontar el desarraigo. Este apoyo y el modo en que la persona que emigra lo percibe colabora en el proceso de adaptación.
PREPARARSE PARA MIGRAR

El proceso de migrar además tiene sus propias exigencias: requiere aprender un lenguaje, manejarse en otra cultura, alimentarse de modo diferente, tener una vivienda diferente y lejos de lo conocido. Todo este proceso de adoptar las prácticas y valores de otra cultura manteniendo a la vez algunos aspectos de la propia, llamado aculturación, genera un desequilibrio y requiere un enorme esfuerzo. EL proceso de volver al equilibrio u homeostasis previa genera angustia, que se manifiesta como ansiedad.
Desde ya que el salir a buscar una mejor calidad de vida para uno y sus descendientes, es decir, la habilidad de migrar es un recurso válido, aunque tenga sus costos. Pero es conveniente detenerse a pensar en ellos para que la migración sea saludable. El migrar implica duelos y los duelos requieren tiempo, tiempo que el mundo moderno no nos da. No es fácil migrar. Hay que estar preparado Hay que darnos el tiempo de adaptación que nos conlleva.
El migrar en si no es ni bueno ni malo.Depende de cada uno ,hacer de su viaje un buen viaje.