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El rechazo, parte de la vida

El rechazo es una emoción inherente al ser humano en su condición de ser social. El ser humano es un ser por naturaleza sociable. Necesita y le gusta pertenecer, le da seguridad. Por lo que, cuando alguien lo rechaza, sufre un dolor emocional fuerte.

Los riesgos de ser rechazados están directamente relacionados con nuestra exposición. A mayor exposición social, mayor riesgo.

Si bien el rechazo es normal y mucho más frecuente de lo esperado, duele. Existen distintos grados y tipos de rechazo. Cuando nos echan de un trabajo, cuando nos deja una pareja, cuando la comunidad o familia nos rechaza por nuestras ideologías políticas o elecciones de vida. Siempre duele.

El ser rechazado afecta de modo directo nuestra autoestima y cuando esto sucede, generalmente nosotros mismos tendemos a hacer algo que profundiza el dolor. El ser rechazado pone a prueba nuestro grado de tolerancia a la frustración. Mas allá de lo doloroso, las instancias de rechazo resultan difíciles de olvidar.

¿Por qué duele tanto?

Desde las neurociencias están probando cómo el rechazo afecta nuestra capacidad para reflexionar, la atención, la memoria y, por ende, nuestro rendimiento. Las investigaciones del MRI sostienen que el área del cerebro afectada ante la situación de rechazo es similar al área del cerebro activada cuando padecemos un dolor físico. Estos mismos estudios marcan una interesante diferencia cuando se trata de los dolores físicos y cuando se analizan los emocionales.

Revivir el dolor emocional causado por el rechazo exige más actividad neuronal que revivir el dolor físico. Esto explica más y mejor por qué duele más contar cuando nos dejó una pareja que cuando nos rompimos una pierna. Siguiendo el mismo ejemplo de la pierna rota, en un par de meses estamos repuestos del dolor físico. Cuando padecemos un dolor emocional fruto de un rechazo, nos puede doler durante décadas si no aprendemos a curar esas heridas.

Otra de las explicaciones de por qué el rechazo genera tanto dolor emocional está fundada en el inconsciente colectivo. Ancestralmente el ser humano no podía sobrevivir solo. Los humanos se agruparon para sobrevivir. Ser excluido de la tribu significaba la muerte. De hecho, era tal el pánico de ser excluido, que la persona era capaz de cambiar sus conductas -fingir, actuar, mentir- con tal de seguir perteneciendo a esa comunidad. Permanecer a como dé lugar y a cualquier precio, daba y aún da una falsa sensación de seguridad.

La desestabilización, efecto emocional del rechazo, afecta nuestro estado de ánimo, nuestra autoestima.El sentirse rechazado genera sentimientos culpa, de bronca y conductas agresivas. Estoscomportamientos retroalimentan el aislamiento. Vemos así que el mayor daño nos lo hacemos nosotros mismos al ser rechazados, cuando arranca la cadena de autoincriminaciones y excesivas incriminaciones.

¿Qué hacer frente al rechazo?

Es bueno revisar qué sucedió, por qué nos rechazaron. Es buenos discernir y diferenciar en el proceso la información sobre mí de la información sobre el otro. Es muy constructiva la autocrítica si no caemos en la autoflagelación. Muchas veces los rechazos, tanto en el ámbito laboral como personal, están más relacionados con la persona que rechaza que con el que es rechazado. Por ende, es poco lo que se podría haber hecho para seguir siendo aceptado.

Otras veces estos rechazos están vinculados con circunstancias y con el deseo de pertenecer. Un modo de transitar los rechazos con menor costo emocional es recurriendo a lo que se denomina primeros auxilios emocionales.

¿Cómo levantarnos después de haber sido rechazados?

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Lidiar con el rechazo no es ni nunca fue fácil. Pero pensemos un poco. Hay algunas medidas que podemos tomar que nos harán sentir mejor y prepararnos mejor para la próxima vez que seamos rechazados.

El ser rechazado es común, habitual. ¡Ser rechazado es una parte natural de nuestra vida! ¡Amígate con la idea!Debemos tratar de limitar el daño y sobreponernos. Darnos permiso para sentir dolor. Pasar tiempo con las personas que nos eligen. Darnos tiempo para cuidarnos y mimarnos.

Entonces, la próxima vez que estés enfrentando un rechazo -que espero que no sea pronto- es importante recordar que los sentimientos son totalmente válidos y está bien sentirse triste mientras lo atraviesas. Es parte de la vida social que vivimos. Si quieres vivir intensamente y ser leal a ti misma, te pasara a menudo. Acostúmbrate, junta tus pedacitos y sigue adelante.

1 respuesta »

  1. Hola Inés!!! Rechazo…..palabra fuerte, dura. La pienso hermanada con «no» «fuera» «indiferencia» «distancia». Como decís, hay muchas formas de rechazo. Pero juntar los pedacitos y seguir….me parece poco y quedarían cicatrices. Creo que es muy importante indagar en uno o en el otro, cual es la causa o los motivos que generan el rechazo y de esa forma mejorar, si corresponde, tratar de eliminar o corregir en mí todo eso que llevó al rechazo. De lo contrario……..quedaría el riesgo de repetir los rechazos en nuestras vidas dejando, inevitablemente, un sabor amargo y la sensación de aceptación y tan solo seguir de largo. Puedo considerarme afortunada, no he conocido esa experiencia hasta hace poco, en que mi psicoterapeuta me rechazó como paciente y nunca supe porqué. Ojalá logre saberlo, así seguro duele menos.

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